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Legado Histórico

Con más de 300 años de historia,

Hacienda La Quemada abre sus puertas

para que disfrutes de experiencias inolvidables y transformadoras.

En el municipio de San Felipe, en el estado de Guanajuato, a tan solo 17 kilómetros al noreste de la Ciudad de Dolores Hidalgo, muy cercanas al rio La Laja, se encuentran las antiguas construcciones de la Hacienda de San José de la Quemada.

Su historia inicia a principios de la segunda mitad del siglo XVI, cuando Don Juan Sánchez de Alanís, Alcalde Mayor de la Villa de San Felipe, en nombre del Virrey Don Luis de Velasco, otorga a Don Esteban García, vecino de la misma villa, una merced de tierra consistente en un sitio de ganado menor, con fecha del 6 de Diciembre de 1562. Unos años más tarde Don Esteban vendió su propiedad al Bachiller Don Juan Alonso quien a su vez la vendió en 1572 al Bachiller Don Alonso Martínez, dueño de la propiedad hasta su muerte en 1596, quedando como heredera su viuda Doña Agustina Escudero. Hacia principios de 1597, el terreno estaba en manos de Don Alonso Pérez de Bocanegra.

 

Pérez de Bocanegra adquirio otro sitio de ganado mayor y dos caballerías en 1605. Sobre éstos terrenos se levantan edificios del casco de la Hacienda de San Felipe de la Quemada.

 

En 1629 falleció el gran terrateniente de la Villa de San Felipe, heredando los bienes su viuda Doña Elena de Arizmendi Gogorrón, quien tomó posesión de la cuantiosa herencia de Don Alonso, el día 5 de marzo de 1634. La hija del matrimonio, Josefa, a la muerte de su madre, heredo la cuantiosa fortuna. Doña Josefa Díaz Bocanegra y Arizmensi Gogorrón contrajo matrimonio con el Capitán Gaspar de Aragón, procreando un hijo, Juan Aragón Díaz y Arizmendi Gogorrón, quien compro a su madre la propiedad en cinco mil pesos oro, en 1679.

 

Siendo ya conocida con su nombre actual, la Hacienda de San José la Quemada incrementó notablemente su agricultura y ganadería en tan solo dos años. Don Juan Aragón decidió venderla el 4 de septiembre de 1681 al Capitán Don Andrés Pardo de Lagos. En ésta época la Hacienda se componia de los siguientes sitios: La Laborcilla, La Quemada Vieja, La Laberintilla y Las Zahúrdas.

 

En 1696 pasó a manos de Joaquín Bautista de Olarzán y a su esposa Doña María Josefa de Castro, quienes adquirieron varios préstamos en base a la finca. Al no poder redimir sus deudas, la hacienda fue rematada públicamente en almoneda en la ciudad de México, el 19 de junio de 1739, siendo adquirida por Antonio de Lanzagorta y Urtuzuástegui.

Don Antonio creó un Vínculo y Mayorazgo en el cual quedó incluida la Hacienda de San José de la Quemada. A la muerte de Don Antonio, le siguio en el Mayorazgo su hijo, Don Francisco Antonio de Lanzagorta y Landeta que fue nombrado en 1749 Regidor y Alguacil Mayor de la villa de San Miguel el Grande. Al morir Don Francisco Antonio en 1777, quedo al frente del Mayorazgo su viuda, Doña Rosalía Anacleta, ya que sus hijos eran menores de edad.

Para 1777 la construcción de la casa grande de la hacienda se encontraba junto a un pequeño arroyo que desembocaba en el cercano rio de La Laja, y a la mayor parte de la propiedad se dedicaba a la cria de ganado lanar, produciendo anualmente cerca de seis mil arrobas de lana. Una parte muy pequeña de la hacienda se dedicaba a la agricultura; siendo ésta para autoconsumo. En esta época se construyo una capilla dedicada a San José, a un costado de la casa grande y al frente de la casa del mesón. en 1792 muere Doña Rosalia Anacleta, heredando el Mayorazgo al mayor de sus hijos, Juan José María Francisco Antonio, quien fuera heroe de la Guerra de Independencia, con el mando miltar de mariscal. Don Juan José quedó como cabeza del Mayorazgo en 1794.

 

Durante la Guerra de Independencia, la hacienda de San José de la Quemada fue visitada por Don Miguel Hidalgo y Costilla, después de la toma de Guanajuato, al recibir informes de que el general brigadier Félix María Calleja se encaminaba para hacerle frente.

En 1811, cuando Calleja decidió regresar a la ciudad de San Luis Potosí, dejó en la retaguardia -debido a informes sobre la actuación militar de algunas guerrillas que operaban en el camino de San Felipe- al teniente coronel Miguel Martínez del Campo que tuvo como cuartel y centro de operaciones la Hacienda de San José de la Quemada. Calleja había dejado instrucciónes al Mayor Alonso de recorrer los pueblos cercanos a la Villa de Dolores, donde habia fuerzas insurgentes en espera de entrar en acción.

 

Muchas otras veces durante esta guerra la hacienda de San José de la Quemada se vio bajo influencia de los grupos beligrantes, siendo su dueño Don Luis Gonzaga. Ya terminada la guerra y declarada La Independencia del país, en 1829 la hacienda paso a manos de Doña María Dolores Guadalupe Joaquina Ignacia Rosalia de la Santísima Trinidad, sobrina del General Ignacio Allende y quien vendio la hacienda en 1830.

Hacia 1872, la hacienda era propiedad del licenciado Don Joaquín Obregón González, con un valor de 40,800 pesos corrientes. En esta época la hacienda tuvo un auge importante, coincidiendo con el crecimiento de la hacienda como institucion bajo el gobierno del general Porfirio Díaz. Don Joaquín dono el 18 de febrero el terreno necesario para el tendido de vias e instalaciónes del Ferrocarril Nacional Mexicano a su paso por los extensos terrenos de San José de la Quemada. Para fines del siglo XIX las mas ricas haciendas del municipio de San Felipe eran la de nuestro estudio y San Diego de Jaral de Berrio.

 

Para entonces San José de la Quemada habia dejado la ganadería y se dedicaba en su gran mayoría a la agricultura, cultivando principalmente frijol, maiz, trigo y chile colorado, cuya producción tenía fácil acceso a los mercados de Guanajuato, San Luis Potosí, Aguascalientes y la cuidad de México gracias al ferrocarril. Para 1904 Don Joaquín era el gobernador del estado de Guanajuato, por lo que el área de San Felipe Torres Mochas y por supuesto, las haciendas vecinas, se vieron beneficiadas por la construcción de caminos, mejoras hidraulicas e introducción del teléfono, que comunicaban con cerca de 32 kilómetros a Guanajuato y con 33 a San Diego de la Unión. En esta etapa de auge, se completo la presa de la hacienda de San José de la Quemada, la cual persiste hasta nuestros dias con su enorme cortina de piedra.

Durante la lucha revolucionaria, la hacienda se vio varias veces ocupada por diferentes grupos armados. Su capacidad agricola se agotó por falta de trabajadores y de mercados cercanos. En estas condiciones de abandono llegó a la década de 1930, cuando se efectuó el reparto agrario. San José de la Quemada aún se levanta orgullosa con sus grandes construcciones coloniales y neoclásicas siguiendo la moda de finales del siglo XIX, persistiendo como dueños de ésta maravillosa e histórica finca los descendientes de Don Joaquín Obregón González.

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